Un orador habla sobre cómo el centro lo ha ayudado durante una reunión comunitaria el 14 de abril. Foto de Rossana Longo-Better.

En los vecindarios de Globeville y Elyria-Swansea en Denver — largamente marcados por la industria, el trabajo inmigrante y la injusticia ambiental — dos organizaciones comunitarias se han unido para reescribir la narrativa de la supervivencia económica.

El Centro de los Trabajadores y Tierra Colectiva, el fideicomiso de tierras comunitarias de la Coalición GES, se han asociado para lanzar un nuevo centro de trabajadores que busca conectar a residentes locales con capacitación laboral, protección de derechos laborales y caminos hacia la estabilidad a largo plazo.

Pero sus líderes aseguran que este esfuerzo va más allá del empleo. Se trata de dignidad, poder y de construir un futuro que pertenezca a las personas que han llamado hogar a esta comunidad por generaciones.

“No tenemos que esperar a que alguien venga a salvarnos”, dijo Nola Miguel, directora de Tierra Colectiva. “Podemos construir estas soluciones nosotras mismas, con nuestras vecinas y vecinos, para nuestras vecinas y vecinos.”

Con raíces en la organización comunitaria y enfoque en la justicia

El nuevo centro de trabajadores —que abrirá en el corazón de GES— se enfocará inicialmente en tres industrias con alta demanda: construcción, hospitalidad y cuidado infantil. Pero Mayra Juarez-Denis, directora ejecutiva de El Centro de los Trabajadores, destacó que la visión va más allá de la capacitación técnica.

“Vemos a la persona trabajadora completa, no solo a quien busca empleo”, dijo Juarez-Denis. “Se trata de conectarlas con los recursos adecuados, asegurarnos de que se les trate con dignidad y ayudarles a soñar en grande para ellas y sus familias.”

Este es el tercer centro de trabajadores que El Centro establece en Denver, pero el primero arraigado profundamente en un vecindario históricamente obrero como GES —una zona que enfrenta presiones crecientes por el desarrollo y el desplazamiento.

“Esto se trata de ampliar las oportunidades para que las familias trabajadoras generen riqueza generacional”, añadió Juarez-Denis. “No cualquier empleo, sino buenos empleos, con respeto, estabilidad y futuro.”

Conectando la justicia laboral con la justicia de vivienda

Para ambas organizaciones, la alianza fue una decisión natural.

Tierra Colectiva ha dedicado años a prevenir el desplazamiento y asegurar la propiedad comunitaria de tierras y viviendas en GES. El Centro de los Trabajadores ha luchado por proteger los derechos laborales y abrir caminos hacia el avance económico.

“La justicia de vivienda y la justicia laboral están profundamente conectadas”, dijo Miguel. “Se trata de construir poder a nivel comunitario, para que las familias puedan quedarse, trabajar y prosperar aquí mismo.”

Ese enfoque local, afirman las líderes, es esencial en una ciudad donde el desarrollo económico frecuentemente deja atrás a las y los residentes de siempre.

“Hemos visto demasiadas inversiones llegar a los vecindarios y simplemente pasar de largo, sin beneficiar realmente a quienes viven allí”, señaló Miguel. “Esta alianza trata de asegurarnos de que cuando lleguen recursos a GES, se queden en GES.”

Un modelo de soluciones lideradas por la comunidad

En Colorado y en todo el país, las comunidades trabajadoras e inmigrantes enfrentan altos costos, explotación laboral e inseguridad habitacional. Pero este proyecto —nacido de la organización comunitaria— ofrece un enfoque diferente: centrado en las voces locales, el poder colectivo y una visión a largo plazo.

“Queremos que este centro sea un lugar de pertenencia”, dijo Juarez-Denis. “Un espacio donde las personas trabajadoras se sientan seguras, respetadas y conectadas a oportunidades que les ayuden a prosperar —no solo hoy, sino por generaciones.”

A medida que avanza la construcción, ambas organizaciones esperan que este modelo inspire a otros vecindarios —demostrando que invertir en las personas, escuchar a la comunidad y construir soluciones colectivas no sólo es posible, sino fundamental.

“Este es el poder de la organización comunitaria”, concluyó Juarez-Denis. “Cuando las y los trabajadores se unen, podemos crear el futuro que merecemos.”

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